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jueves, 25 de septiembre de 2014

Julio Balcázar: un torrente de influencias

por Milena Bertolino

Julio Balcazar (1984) nació en Caracas (Venezuela), vivió en Caldas (Colombia) y actualmente reside en Buenos Aires (Argentina). Ha publicado el libro de poesía Últimos Días de Robert O´Hara (2013), asimismo resultó ganador de numerosos concursos de poesía en Colombia. En el terreno de la narrativa, escribió una novela negra, Los cautivos del fuerte apache (2012), que fue premiada por el congreso colombiano de literatura Medellín negro y publicada. También, producto de ser finalista del concurso español de relatos El fungible en 2007, su narración Clint Eastwood fue incluida en la antología del concurso editada en 2008.
Graduado en Filosofía y letras, Balcázar he venido desarrollando desde hace seis años variadas actividades docentes en distintas zonas de Colombia y en Buenos Aires (Argentina) que incluyeron, por ejemplo, dar clases en un resguardo indígena en el departamento de El Cauca (Colombia). 
Julio Balcazar integra la antología de este Festival1.000 millones. Poesía en lengua española del siglo XXI.
Retrato de Julio Balcázar trazado por un amigo suyo.
—¿Cuál consideras que es tu ars poética? ¿Hay algún texto tuyo o ajeno que la defina?

— El cambalache de Disépolo, el collage melancólico o burlón al “Yo” cartesiano, la falsedad de la memoria o de lo concreto, el queridísimo Sísifo de Camus; el punk y la Ítaca de Cavafis, Joy Division, Richie Ray y Bobby Cruz, Rubén Blades, Serrat, Groucho Marx, Chagall, Cezanne y Placebo, Radiohead, los boleros, el son montuno, Leonard Cohen, Nick Cave, Bob Dylan, una tonelada de Wes Anderson (los colores en sus películas son hermosísimos), la contradicción y el error, el viaje, ola, tras ola, el mar, siempre el mar, la música y el Nadaísmo de mi padre, sus malos consejos, su cariño, las historias interminables e indescifrables de mi mamá, el sarcasmo de mi hermanita, las historias que contaba el abuelo, las tías que me ayudaron a criar, mientras adivinaban el futuro y los sueños, por supuesto Sabina, Cortázar, la música de las cantinas, los vallenatos, lo otro: la literatura. (...) Tres poemas: Ítaca. de Constantino Cavafis / Perorata, de Jaime Jaramillo Escobar / Do not go gentle into that good night, de Dylan Thomas. Una canción: “El muerto vivo” (recomendada).


 —¿Se hace presente la ciudad o el lugar donde vivís en tu poesía? 

— Siempre, o casi siempre. Hoy sí. Es ahí donde viven las historias, en este gran manicomio de pobres corazones. Alguien me dijo que estamos hechos del lugar en el que nos movemos. Así que... Digamos que sí; si bien prefiero coquetear con cierta soledad sin tanto semáforo, el fulano que escribe, bueno, ése necesita de todo este caos y cemento. 
  
—¿De quiénes de tus contemporáneos te sentís más próximo? ¿Y entre las generaciones anteriores, con quién tenés más afinidad estética?

— Yo no sé cómo hace uno para sentirse contemporáneo de algo o de alguien. Eso sí, nunca he dejado de conversar con Roberto Bolaño, con Poe, y con Gonzalo Arango. 


En la casa de Balcazar, dos amigos con quienes tiene “un proyecto de pintura, música y poesía todo junto”.
 —¿Cuáles creés que son los cambios más visibles en la poesía última?

— Responder esa pregunta es intentar matar todo el misterio, o suponer un sistema. Y ni una ni otra cosa se puede hacer si no es rodeado de amigos y con cerveza. 


En este sitio puede escucharse el programa de radio  El ojo negro, que hace Julio Balcazar junto con unos amigos.
El blog que Balcazar nos recomienda.

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