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jueves, 26 de septiembre de 2013

Ariadna Vásquez Germán: "La poesía nos ofrece una morada"

por Lucas García

Cuando le mandamos las preguntas al correo, Ariadna Vásquez Germán (República Dominicana, 1977) ya está en Argentina, más precisamente anda dando vueltas –"turisteando", escribe- por las callejas del Cementerio de la Recoleta buscando, en vano, la tumba de Macedonio Fernández. Proveniente de un país que sólo limita con Haití y con el Mar Caribe, Ariadna cuenta que uno de los rasgos comunes a los poetas de ese territorio insular es "resistir la isla, mirar el ahogo inminente y escribir", escaparle así a la aislación natural a la que somete el agua.  


— ¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura? 
Nunca sé qué contestar a esa pregunta porque en realidad no sé qué me acercó a la poesía (o viceversa) No vengo de una familia de escritores. Mis padres son contables (o contadores) y lo que puedo atinar a decir es que de niña me gustaron los libros. No parece haber una razón lógica que explique por qué uno se vuelca a la poesía o no. De niña, como a los siete años más o menos, yo no escribía poemas, escribía novelas, pequeñas historias que tenía en mi cabeza, nada importante. Luego me empezó a atraer la poesía, me gustaban las rimas, jugaba con ellas. Creo que escribí mi primer poema a los trece años, no estoy segura. 

En realidad puedo decir que empecé a escribir un poema después de leer Poeta en Nueva York. Ese libro, yo pienso, fue el detonante para mí.  

 
— ¿Cuál es tu proceso de escritura? ¿Tenés un método, un horario, un lugar? ¿Te acompañás con lecturas? 
No tengo un método, tampoco un horario. De alguna forma yo siempre estoy escribiendo, es decir, no esa escritura para publicar, sino simplemente escribiendo, escribo en las páginas de los libros, tomo notas de las cosas que leo en mis cuadernos, anoto frases que escucho, cosas que veo. Todo el día, en realidad, estoy escribiendo. Por otro lado, cuando estoy trabajando en algún proyecto (como ahora que estoy escribiendo una novela) me despierto a escribir en las mañanas temprano y me sigo en las tardes. A veces escribo hasta muy tarde en la noche y otras veces no. Pero trato de escribir diario, sobre todo en una novela, porque si no se corta un poco el motivo de la historia. 
 
— ¿Quién, de entre los invitados del festival, te gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival? 
Mi relación con el festival apenas empieza pero la invitación vino por mi amigo Frank Báez, que estuvo en Rosario, en el festival, hace dos años, creo. De los invitados, me gustaría que me leyeran todos o al menos algunos. Admiro mucho a Rául Zurita y a Diana Bellesi, pero también quiero leer a los que aún no conozco, y de eso se trata también el festival, de compartir lecturas, experiencias con la poesía. 
 
— ¿Contra qué o contra quién escribís? ¿Qué autor de la contemporaneidad te parece sobrevaluado? 
Me gusta una frase de Charles Simic para responder a esto. Él dijo más o menos esto: escribir poesía no es algo con lo que voy cambiar nada pero es lo único que me sirve para dormir. Más allá de su confesado insomnio, creo que lo que dice el poeta es que ante un mundo tan conflictivo, tan dificil de entender, la poesía nos ofrece una morada, o quizás mejor digo un sitio, un lugar cuyo misterio e irracionalidad sostiene, hace habitable la vida sin necesidad de sentido. Porque claro que esa morada no protege, escribir también es terrible (como dijo la Duras); es otro tipo de lugar la poesía, un espacio donde lo insospechado es casi una regla. 
Sobre tu otra pregunta. No lo sé, cada quien se acerca a determinadas lecturas buscando una experencia particular. No me gusta eso de catalogar qué es bueno o malo en la poesía. Esa posición de maestro ante la literatura no me agrada. No es una cuestión de tolerancia o de sensatez, es más bien un tema que por ahora no me interesa. 
 
— ¿Cuál fue "el" momento poético que hayas vivido en las últimas horas? 
Bueno, ahora que lo preguntas, no sé si esto es “el” momento poético que mencionas, pero me puso a pensar, a escribir un poco. Ayer estuve en el Cementerio de Recoleta, turisteando, andaba buscando la tumba de Macedonio Fernández (que no pude encontrar, por cierto) y cuando salí del cementerio me di cuenta de que justo enfrente hay un mal (shopping) gigantesco. Una plaza de shopping desde la cual puedes ver el cementerio. Seguramente existen muchísimos casos similares en otras ciudades, pero ayer eso fue para mí lo inesperado. Y claro, allí hay una narrativa, hay un sentido, porque nada mejor que un shopping para olvidar la muerte. Nadie piensa en la muerte en un mall, no está en ningún lado. Está, por el contrario, la vida como algo concreto, los planes para la fiesta de quince años. El ordenamiento urbano de una ciudad es sorprendente. En Buenos Aires alguien dijo: hagamos un mall frente al cementerio, todo está dado; vienen los turistas a ver la tumba de Evita y después de andar cerca de la muerte, de caminar por esos pasillos grises, después de sobrevivir al laberinto, la gente va a querer comprar zapatos. Allí hay una lógica maravillosa. 
 
— ¿Qué libro o autor contemporáneo recomendarías? 
Recomendaría ahorita a Pedro Montealegre. Me gusta la ferocidad que traen sus poemas, también Tiffany Atkinson tiene esa violencia en sus poemas, algo que desacomoda mucho mientras la lees, es casi inexpresable cómo la acompañas en ese desvarío de las cosas cotidianas. Igual estoy impresionada con Goncalo Tavares. Creo que los tres dan cuenta de una especie de pulsión oscura que se desplaza por las calles, por la gente. Nadie la ve, pero ahí está y uno se da cuenta de algo terrible: no sabes de lo que eres capaz, no tienes idea de ti mismo. 
Hay autores que leo todo el tiempo, poetas a los que siempre vuelvo, como Antonio Gamoneda, Francisco Hernández y Emily Dickinson, pero también John Ashbery, Kenneth Rexroth, Margaret Atwood y Louise Glock. 


— ¿Qué es lo que más te sorprendió encontrar al buscar tu nombre en Google? 
No hay casi nada de mí en Google, no que yo sepa. Googleé mi nombre hace mucho tiempo y ahora ya no lo he hecho. 
 
— ¿Cuales crees que son los rasgos particulares que caracterizan a la poesía de tu región (Centroamérica o sólo República Dominicana)? 
Pues hay varios rasgos pero si tuviera que generalizar puedo decir que existe (entre otras) una poesía cuya temática principal podría ser “resistir la isla”, mirar el ahogo inminente y escribir; un poco como reconocer la voz del isleño (aislado) a partir de un acuerdo más estimulante con “lo dominicano”. Como si hubiera menos temor a las consecuencias, eso es bueno. Siento que quizás tiene relación con ese deseo de “verse” como dominicanos, como poetas dominicanos en un país pequeño donde la simbiosis entre el reguetón y la poesía es cada vez más confusa. Pero no lo sé, hay una poesía también que apuesta por algo menos regional, con menos temas de identidad convergiendo. 

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