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jueves, 26 de septiembre de 2013

Fernando Noy: "Hay poesía en lo más ínfimo y también en la majestuosidad de las galaxias"

por Delfina Amelong


La poesía no puede escapar de Fernando y Fernando no puede escapar de la poesía. Personaje histriónico, la poesía hecha cuerpo. Con su boina calada al estilo del Che posa, en las tres fotografías que me envía, preparado para el flash, para La Escena.
Respondió mi cuestionario electrónico con una rapidez casi inmediata. Su interacción fluye, no sólo en lo ínfimo y en lo majestuoso, sino también en lo cotidiano. He aquí un poeta posmoderno: poesía en un correo electrónico.
Polifacético, un políglota del arte. El teatro, los versos recitados, la música. Miro un video en You Tube de Fernando Noy con Cecilia Zabala, recitando versos de Violeta Parra, y no puedo dejar de reparar en la simbiosis que hay entre esa música y esas palabras, en el ímpetu delicado de esos acordes, de esos versos, y en su “sangre poética”.
A continuación, la autorreflexión del rionegrino de mirada profunda y sensible.





¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura?

 - Siempre juagaba como todo niño con las palabras, escribía sobre cualquier cosa e incluso la nieve de mi pueblo de infancia. Cuando vine a terminar el secundario a Buenos Aires, en la prueba de castellano me acusaron de plagiario al entregar mi  redacción. Las profesoras decidieron hacer otra prueba y me dieron un nuevo tema. Cuando leyeron pensaron que me sabía todo de memoria y a la tercera vez, entonces sí tomaron conciencia que era yo, por datos del momento incluidos en el texto. Muy emocionada, mi primera profesora publicó después de unos meses tres pequeños poemas en la revista del Touring Club y fue una fiesta para todos los míos. Yo siempre leí pero me cuide del boomerang ese que enseguida te hace responder por escrito. De todos, modos la poética del mundo está siempre sutilmente enlazada. Es poesía. Y ese estigma fabuloso sigue vivo incluso más allá de las propias palabras. Quizás en el silencio cósmico sideral que logramos captar y traducir a este mundo. Mi padre era un poeta sobre todo juglar, como mi abuelo que es un personaje del tango y recitaba por los bares y en los cines como Villoldo, pero murió muy joven. Algo de ambos volvió en mí.

-  ¿Cuál es tu proceso de escritura? ¿Tenés un método, un horario, un lugar? ¿Te acompañás con lecturas?

-A no ser un acróstico, jamás me pongo a escribir un poema. Eso surge de pronto. Tomo notas en los más inverosímiles soportes. El poema me sienta a escribirlo y no al revés. Siempre la lectura de otros admirados crea una atmósfera propicia pero la inspiración es un vértigo incontrolable e imposible de prever. Un perro soltando amarras. Un sol negro como diría Antonin Artaud.

- ¿Quién, de entre los invitados del festival, te gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival?

-Todos. Yo también quisiera leer estos poetas, sin excepción. Es un magma magnifico convocado estos días aquí en Rosario, una ciudad tan plena de poesía, a la que vuelvo siempre.

- ¿Contra qué o contra quién escribís? ¿Qué autor de la contemporaneidad te parece sobrevaluado?

- Contra mí mismo. Los agujeros del ser y las experiencias que encantan o no. También escribo sin destinatario preciso, a no ser un tema formal como sería el palimpsesto en homenaje a Elis Regina, que tanto admiro. O una danza coreografiada verbalmente que es mi poema al río dedicado a la gran coreógrafa  Cristina Prates, que incluso danzo alguna de sus frases. Sobrevaluan muchos pero yo no los menciono. Caen por si solos. Además es entrar en una batalla bajo astral que no me resulta nada beneficiosa.

- ¿Cuál fue "el" momento poético que hayas vivido en las últimas horas?

-Mientras viajaba, hace un rato, escribí dos textos extensos como si estuviera traduciendo algo recién descubierto. Hay poesía en lo más ínfimo y también en la majestuosidad de las galaxias, en la mirada de un niño o un anciano, en la flor que ya está seca. La poesía es pura salvación. Recitar a  Violeta Parra junto a esa eximia compositora que es Cecilia Zabala me resulta un momento fuera del tiempo. Adoro expresar poetas que no sean yo y, en este caso, la posesión se da por completo. Trance, éxtasis total que espero compartir con el público, siempre.

-¿Qué libro o autor contemporáneo recomendarías?

-Mis últimas descubiertas: poemas de Mariano Blat, Irene Gruss, Luisa Futoransky, Jorge Aulicino, Rodolfo Edwards, Julián López R., Francisco Garamona. La narrativa de Gabriela Cabezón Camara - Mariana Enriquez- Fernanda García  Lao-Selva Almada y el chileno Pedro Lemebel, que en "Háblame de Amores" por ejemplo, expresa  una textura poético-ficcional con reflexiones salvajemente sabias que siempre dan en el blanco… Solo por nombrar a algunos. Es que hay más, pero la hoja se cierra por si sola.

- ¿Qué es lo que más te sorprendió encontrar al buscar tu nombre en Google? (Si es que alguna vez lo has buscado)

- Encontrar otro con mi mismo nombre que vive en Túnez y es poeta. Doctor Google me sorprende porque se transformó en un oráculo casi siempre inapelable pero a veces, también siniestro. 

- Transitás por el teatro, actualmente compartís escenario con Cecilia Zabala presentando su último disco "Violeta Secreta". ¿Qué tipo de conexión encontrás entre la poesía y otras formas de expresión como la música y el teatro? ¿Creés que estos lenguajes se potencian al conectarse?


-La sangre de todas las musas tiene que ser poesía, sino se vuelven mero producto culturoso. La relación entre ellas, unidas por el propio relámpago del azar, sería al mismo tiempo infinita. Como un  caleidoscopio estallando adentro del acuario mientras los peces aprenden a huir volando.




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