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martes, 24 de septiembre de 2013

Fernando Callero: "A los poetas nos gusta mucho la joda"


por Anaclara Pugliese
De repente, cuando ya dábamos por perdida la nota, nos llega el correo: Callero (Concordia, Entre Ríos, 1971) se toma su tiempo para responder. Le pedimos la dirección de un sitio para leer más poemas suyos y nos manda un enlace para que escuchemos Hermoso, un disco de Salvador Bachiller, su proyecto musical. Le pedimos una foto de su lugar de trabajo y Callero se para –aburrido ya– y ahí nomás le saca a su escritorio esta foto que nos manda, sin quitar el plato en el que acaba de comer, sucio y vacío, mientras sigue mirando la programación del Festival. Lo googleamos y lo vemos en videos caseros cantando, en calzoncillos de leopardo, detrás de una media sombra entre bananos o sentado (¿en el inodoro?) en su baño, con su guitarra, y cuando le preguntamos cuál fue su último momento poético responde "Hoy, la boca de Juan Cruz, toda la tarde, mientras hacíamos un cantero en el fondo". Fue un "lector maniático entre los 6 y los 15 años" pero el invierno pasado se puso nostálgico y se vio todos los capítulos de Las aventuras de Heidi por YouTube. Fernando sorprende y vuelve a sorprender. Con ese don se nace. Y sin duda va a seguir sorprendiendo a más de uno en su "Gomería" de reparación de poemas al instante que se enuncia "Reparamos tu poema en 5 minutos" y que estará funcionando el jueves, viernes y sábado entre las 17 y las 21 hs. en uno de los "Roperos" de la Lavarden, pero que hará hincapié, según nos confiesa Callero en esta entrevista, en la disciplina. ¿No será otra de sus bufonadas?


—¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura?

—Fui lector maniático entre los 6 y 15 años, leía todo lo que había en la biblioteca de la escuela. Cualquier cosa. El diccionario Novus que me compró mi madre en cuotas está todo escrito con juegos de palabras que se me iban ocurriendo. Recuerdo buscar un significado para una tarea escolar y perderme durante horas yendo y viniendo por las palabras y las imágenes. A los 10 caí en cama con hepatitis y mi profesora de música me mandó a decir con un compañero si quería escribir algo para la revista de la escuela y compuse dos poemas: “La primavera” (que todavía conservo de memoria), y otro que olvidé. Así que empecé por encargo. Después le cambié la letra a una canción de Los Arroyeños, “Que se vengan los chicos”, con todas guasadas.  Más adelante plagié Viaje al centro de la tierra, una versión corta donde le cambiaba el código al escrito de Arne Saknussemm. Releí infinitas veces Tom Sawyer, toda la saga. Y no me quiero olvidar de Heidi, que fue la primera novela que vi en la tele y todavía reviso en Youtube. El invierno pasado la vi completa. Me sigue pareciendo increíble. 



En mi casa había una radio y una tele blanco y negro. Ningún libro, ni diarios, ni revistas. Una vez encontré Justine, de Sade, en la mesa de luz de mi papá y leí algunos pasajes salteados debajo de las sábanas de la cama grande.Tendría 10 porque todavía me pasaba a la pieza de mis viejos a la mañana, y sería sábado o feriado, porque no había ido a la escuela. Fue como morder un cable de alta tensión. Eso y un libro que se llamaba Recuerdos del futuro, que me fascinaba, un libro esotérico que hablaba de extraterrestres y religiones antiguas.

 —¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tenés un método, un horario, un lugar? ¿Te acompañás con lecturas?

—No tengo idea, escribo inconsciente. Tengo, sí, mi escritorio con mi biblioteca y mi PC, pero no tengo rutina. Ahí fumo, dibujo, tomo cerveza y molesto por teléfono a medio mundo. En un momento aparecen los textos, o la punta de un texto que después me entusiasma y sigo un poco más despierto.

—¿Quién, de entre los invitados del Festival, te gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival?

 —Me gustaron mucho los poemas de presentación de Mauro Lo Coco.   
Mi relación con el festival es laboral: vendo libros, doy talleres y difundo mis textos. Afectiva, ya que vuelvo a encontrarme con amigos cada año. Y de diversión. A los poetas nos gusta mucho la joda.


—¿Contra qué o contra quién escribís? ¿Qué autor de la contemporaneidad te parece sobrevaluado?



—Escribo contra mi infancia y contra la ley.
—¿Cuál fue "el" momento poético que hayas vivido en las últimas horas? 

—Hoy, la boca de Juan Cruz, toda la tarde, mientras hacíamos un cantero en el fondo.  

—¿Qué libro o autor contemporáneo recomendarías?

 —Enrique Banchs. Álvaro Figueredo.



—¿Qué es lo que más te sorprendió encontrar al buscar tu nombre en Google?

—La cantidad de uruguayos que llevan mi mismo nombre.


—En una opotunidad dijiste "Para mí la poesía es un laboratorio de lengua, una disciplina, o juego, en cuyo as de connotaciones se me aparece la imagen del científico loco encerrado en su gabinete desculando sentidos". ¿De alguna manera esta "Gomería" de poemas que vas a realizar en el Festival, que propone "reparar un poema en 5 minutos" responde a una concepción muy tuya de la poesía, relacionada con lo lúdico, con el laboratorio o taller?


—La “Gomería” hace hincapié en la disciplina, en la edición. Después de que se escupió fuego hay que sostener la pira. 

Hermoso, el disco de Salvador Bachiller.

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