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martes, 24 de septiembre de 2013

30.30 por Gervasio Monchietti: "Habilitar la entrada de nuevos lectores a la poesía"

La vigésimo primera edición del Festival Internacional de Poesía de Rosario tendrá su inauguración oficial este jueves a las 17 en Paltaforma Lavardén, pero comenzará con la proyección del documental El jardín secreto, sobre la poeta Diana Bellessi, este mismo miércoles a las 20 en el centro cultural RobertoFontanarrosa. Como viene haciéndolo desde el año 2008, cada encuentro homenajea a un poeta y, desde la organización del Festival, se edita un libro con materiales inéditos o inconseguibles ya de ese autor. Así sucedió con las entrevistas a Juan L. Ortiz, los ensayos de Francisco Urondo, los libros ya agotados de poemas de Juan Manuel Inchauspe, tomos inhallables de Raúl González Tuñón o la poesía reunida de Beatriz Vallejos.

Este año la propuesta editorial es distinta: no se trata de autores de alguna manera consagrados u olvidados, sino de una antología de poetas que no superaron aún los 30 años y nacieron ya en democracia, a partir del año 1983. En 30.30. Poesíaargentina del siglo XXI, como dice la joven poeta Daiana Henderson, una de las editoras del libro junto con Gervasio Monchietti y Francisco Bitar, “el lector podrá encontrar parentescos y contrastes entre los 30 poetas”. Y agrega: “Destacaría el interés que muestran los textos por ir a la parte más viva de la lengua, hay una reactualización que se produce al conectar las herencias lingüísticas y poéticas con la realidad. La realidad no aparece aquí como un afuera. De hecho no hay un adentro y un afuera. La poesía en esta camada de poetas jóvenes se entreteje con la realidad múltiple y con los usos de la lengua, también múltiples: el diálogo, el chat, lo epistolar, las canciones, los cánticos en las canchas de fútbol, las noticias en los diarios, el relato biográfico, las jergas, los regionalismos, los modismos de los barrios y un larguísimo etcétera.”

El prólogo de 30.30 señala: “En orden alfabético, este libro presenta una muestra de treinta escritores argentinos que empezaron a publicar después del año 2000 en soportes tanto tradicionales como electrónicos. Algunos incluso eran completamente inéditos hasta ahora. Nacieron entre 1983 y 1991. Sus lugares de nacimiento, formación, trabajo y residencia; el origen familiar, la casa de sus abuelos, sus rutas, derivas interiores y viajes al exterior, reales o ficticios; sus relaciones inmediatas y a distancia, sus polémicas y posiciones relativas en el campo literario; sus paisajes urbanos y rurales, idiosincrasias lingüísticas, tradiciones culturales y escuelas locales de poesía; sus ideas políticas y estructuras de sentimiento; sus sellos editoriales, revistas, blogs, festivales, ferias de publicaciones y aun sus bandas de música; sus bibliotecas concretas e ideales, sus temas y finalmente sus textos dibujan un diagrama de desplazamientos topográficos y un plano de correspondencias imaginarias que cuestionan las categorías de capital, interior, centro y periferia: Azul, Bahía Blanca, Bariloche, Buenos Aires, Córdoba, Coronel Rosales, Coronel Suárez, Gualeguay, Ingeniero White, Jujuy, La Paz, La Plata, Mar del Plata, Mendoza, Monte Hermoso, Morón, Neuquén, Paraná, Pérez, Pringles, Punta Alta, Oro Verde, Resistencia, Río Grande, Roque Sáenz Peña, Rosario, Rosario del Tala, Salta, Santa Fe, Santa María, San Rafael, Tucumán, Tunuyán, Villa Fiorito, etc. Si bien este plano no alcanza a cubrir todas las provincias, regiones y ciudades del país, idealmente las excede”.

¿Hay alguna influencia notoria entre los 30 seleccionados de los movimientos poéticos inmediatamente anteriores o de fines del sXX? ¿Qué característica de la escritura destacarías?, le preguntamos a Gervasio Monichetti, además de editor de la antología, miembro del equipo organizador de este festival.

“En principio –dice Monichetti– se podría señalar una influencia fuerte del objetivismo y de lo que conocemos como poesía de los 90. Sin embargo, esto sería una simplificación injusta con varios de los autores. Hay muchos matices, desde registros más intimistas, como Rosina Loseco y Valeria Meiller, pasando por autores con fuerte tendencia materialista como Diego Vdovichenko, Matías Moscardi y Leandro Beier, y hasta un poeta que yo llamo neobarroco litoraleño como Santiago Pontoni. En general podría señalar que son escrituras aparentemente simples, con predominio de lo narrativo. No digo con esto que sean literalmente simples, digo que hay, en muchos casos, un artificio de escribir así. Hay, en casi todos, un trabajo de mucha claridad en el lenguaje, y creo que una virtud que tienen estos textos es que de alguna manera vienen a habilitar la entrada de nuevos lectores a la poesía.
Daniel Durand en la clínica de poesía del XVII Festival.


—En el prólogo se menciona que entre los materiales acopiados había muchos blogs. ¿Cómo funciona el blog –y ahora las redes sociales– en estas escrituras?

—Las redes y los blogs son herramientas de socialización. Son plataformas para compartir textos. El uso que hicimos de los blogs para este libro fue bastante direccionado, ya que íbamos directamente a blogs de autores sobre los cuales teníamos algún dato previo. Por otro lado, hay blogs que funcionan como aglutinantes: existe tanto material dando vueltas, que se generan pequeñas plataformas de curaduría: así rastreamos por ejemplo en la página de APOA, que es un encuentro anual de poetas menores de 30 años, o en la página de Alejandro Méndez por nombrar algunas. Como ejemplo llamativo, Paula Moya, una de las antologadas, le dio más trascendencia y defendió más los textos que estaban en su blog, que los textos publicados en un primer libro del cuál, como es casi regla en la poesía, reniega. También incluimos un poema de Luciana Caamaño que había circulado primero por Facebook y se lo pedimos puntualmente. Es decir, tengo la impresión de que hay un uso de estas herramientas que es, por un lado desprejuiciado, en el sentido de una anotación diaria o periódica, y por otro muy consciente de que forma parte de una pequeña obra, de un conjunto de textos de un determinado autor.
Clínica de Poesía a cargo de Damián Ríos en el XIX Festival.


—¿Notaron que el Festival de Poesía de Rosario ha influido en algo en estos autores?
—Es complejo decir cómo un Festival influye en la escritura de los autores. Lo que sí percibo es que, desde que se hizo la primer Clínica de Poesía con Daniel Durand, hasta la última con Osvaldo Bossi, hay en los talleres una notoria presencia no sólo de gente que recién está empezando a escribir, sino también de poetas, incluso a veces invitados al festival. Es decir, varios de los poetas que están en este libro: Julia Enríquez, Tomás Boasso, Bernardo Orge, han participado de talleres y clínicas del Festival y en torno al Festival. Ahí sí reconozco que puede haber influencias o, mejor dicho, incentivos en la escritura, sugerencias para las tareas de corrección, intercambio con otros autores. También, a partir de la presencia de invitados como Mario Ortiz, Sergio Raimondi y Marcelo Díaz, se puede seguir esa “tradición” en la mayoría de los poetas bahienses incluidos en este libro. Creo que lo más interesante del Festival son, además de las lecturas y todo lo que hace a una programación, las conversaciones en torno a las cosas que nos interesan. Y la posibilidad, generalmente a posteriori, de intercambiar lecturas y compartir textos. Eso, por algún procedimiento que por suerte no lograría jamás explicar, influye en la escritura de cada uno, necesariamente.
Jorge Fondebrider y Mario Ortiz durante una charla en el XX Festival.

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